Bate 4 claras de huevo a punto de nieve, con 20 gr de azúcar.

Por otra parte, bate las 4 yemas de huevo con 60 gr de azúcar hasta tener una mezcla blanquecina y espumosa.

Añade la harina, tamizada, a la mezcla de yemas y azúcar, y cuando esté bien mezclada (tendrás una masa muy compacta y espesa), añade las claras montadas. Integra todos los ingredientes con movimientos envolventes y suaves.

Recubre un molde o la bandeja del horno con papel sulfurizado, y luego extiende la masa sobre el papel. Te será más fácil hacerlo con una manga pastelera.

Cuece el bizcocho durante 8-10 min a 200ºC.

Pasado ese tiempo, retira el bizcocho del horno.

Extiende un paño de cocina limpio sobre tu superficie de trabajo y dale la vuelta al bizcocho sobre el paño, de manera que el papel quede en la parte superior. Retira el papel con cuidado y enrolla la placa de bizcocho con el paño sobre sí mismo. Haz esto mientras el bizcocho está todavía caliente y deja reposar enrollado hasta que se haya enfriado.

Pon la hoja de gelatina en agua fría para que se hidrate durante al menos 5 minutos.

Lava las fresas, quítales el pedúnculo (las hojitas verdes) y córtalas a dados pequeños.

Bate 2 claras de huevo y 30 gr de azúcar a punto de nieve. Reserva.

Bate el queso para que no esté tan compacto y quede suave. Incorpórale las claras montadas con movimientos envolventes. Reserva.

Calienta el Cointreau y, ya fuera del fuego, añádele la gelatina escurrida. Remueve con una cuchara para que la gelatina se disuelva.

Mezcla el Cointreau y la gelatina con la mezcla de queso.

Desenrolla el bizcocho con cuidado de no romperlo y extiende la mezcla de queso y fresas por encima, sin llegar a los bordes.

Enrolla el bizcocho sobre sí mismo y mételo un par de horas a la nevera, envuelto en papel de film.

Sírvelo frío, cubierto de azúcar glas.